Les invito a pensar el lenguaje como algo que es mucho más que el mundo de las palabras, para poder entonces disfrutar con nuestros hijos de esta maravillosa capacidad que nos vincula desde antes del nacimiento, y que nos permite darle sentido a una mirada, a un gesto, a un suspiro… porque todo eso también es lenguaje.
La Inteligencia Lingüística fue definida por Gardner como una de las ocho principales habilidades del ser humano, en la nueva Teoría de las Inteligencias Múltiples. Sin duda lo es y por eso nos interesa en estas líneas poder dar una mirada a todo lo que el lenguaje significa: lenguaje es hablar y escuchar, pero también es gesto y expresión corporal, movimiento, actitud e intención, mensaje dicho muchas veces sólo a través de apretar las quijadas, de un signo Braille o de una seña de dedos, a través de un ícono, una gráfica, un símbolo, un sonido, un aroma o un dibujo…
Lenguaje es comunicación, por eso tantos caminos nos permiten lograrla. ¿Cómo lo hace Ud.? ¿Cómo podemos enriquecer esa comunicación entre nosotros y con nuestros niños? Primeramente, prestando especial atención a todos los diversos modos de expresión, de acuerdo a nuestras capacidades y posibilidades.
Haga el siguiente ejercicio, sólo para observar cómo piensa Ud. ¿Ud. cree que piensa en palabras, en imágenes, en sensaciones…? Para darse cuenta, piense en “algo”; puede ser algo del pasado, o algo del futuro, algo que recuerde, algo real o algo que imagine. Por ejemplo, piense en el mar … ¿Cómo lo pensó? ¿Lo vio como si fuera una foto, o un cuadro, frente a sus ojos? ¿O escuchó el sonido del agua? ¿O el sabor salitre de una zambullida? ¿O el bullicio de una playa? ¿O sintió una sensación corporal como si estuviera dentro de la escena? ¿Tal vez desde una embarcación? Imagine qué diferente sería esa idea de mar para un turista o para un pescador. ¿Y para un náufrago?
Tal como decíamos en la nota anterior sobre Programación Neurolingüística, las diversas interpretaciones mentales que hacemos de las situaciones, condicionan nuestro pensamiento y nuestros sentimientos. De la misma manera, esas diferentes modalidades también nos llevan a comunicarnos de una manera o de otra. Y a los niños les pasa lo mismo, sólo que ellos no son tan conscientes de ello. Por ese motivo, es importante que nos acostumbremos a comunicarnos de muchas maneras distintas. Decir algo de distintos modos hace que podamos finalmente encontrar un modo en común con los demás, coincidiendo entonces y facilitando así la comunicación.
Es bueno acostumbrarse a comprender a los niños en sus tan variadas formas de decir algo. Un niño tímido o introvertido puede ser muy expresivo con sus conductas, más que con sus palabras. Los adultos sensibles se interesan por interpretar los mínimos gestos de sus hijos, aprenden a comprenderse con gestos o miradas y pueden desarrollar un rico lenguaje afectivo, aún cuando sea escaso en palabras.
Todo lo dicho no disminuye la importancia del propio lenguaje verbal. Éste puede estimularse desde las primeras etapas de la vida y es muy saludable hacerlo, porque un rico lenguaje oral (y más adelante, escrito) agrega precisión, exactitud y riqueza a la expresión.
La comunicación efectiva es también un camino para muchos los niños que deben afrontar situaciones difíciles, de modo de ayudarlos a sobrellevarlas mejor. Desde el ámbito de la inteligencia emocional, los especialistas abordan este tema. He aquí algunos recursos que los papás inteligentes pueden usar para compartir una tristeza, un dolor físico o una enfermedad crónica:
- adoptar un tono y un discurso sereno, que le inspire tranquilidad al niño
- reubicar el problema, buscando aspectos positivos, tratando de minimizar los pensamientos y sentimientos de temor y angustia
- enseñarle al pequeño a hablarse a sí mismo en forma tranquilizadora. Este recurso se aconseja también como modo de entrenar a nuestros hijos a decirse mensajes de autoestima, de defensa frente a amenazas externas, de afirmación de sus convicciones, como mención de situaciones en que necesitan fortalecerse
- utilizar el cuerpo como forma de confortar al niño triste o enfermo: acariciar, tocar puntos y dar masajes que se hayan adoptado en familia como símbolo de bienestar – Dennison habla, por ejemplo, de “botones de energía”
- entrenar a los niños en la creación de imágenes a las cuales recurrir en momentos difíciles, explicándoles que, por ejemplo, los atletas usan estas visualizaciones para focalizar su fortaleza y su confianza. Shapiro lo aplica a niños asmáticos, que puedan imaginar sus pulmones como globos que se inflan y desinflan con armonía y facilidad
A continuación le proponemos una serie de actitudes, ejercicios y juegos que esperamos sean instrumentos de mejora y disfrute de la comunicación, en su amplia gama de modalidades:
- jugar, en familia, a contar chistes y anécdotas, esmerándose en enriquecerlos con variedad de vocabulario, abundancia de adjetivos, sinónimos y palabras que promuevan imágenes mentales.
- cantar rondas, coplas y canciones tradicionales, (que muchas veces tienen vocabulario poco común); decir adivinanzas, trabalenguas, tantanes (era un gatito tan, tan pequeño /suave / etc. que…); aprender poemas, refranes, comparaciones y metáforas
- jugar a “palabras que…” (palabras que indiquen sensaciones: palabras frías, dulces, altas, etc.; palabras que tengan relación con algún tema: de las vacaciones, de la naturaleza, de la computadora, de la ciudad; palabras que sean cortitas, o muy largas, o que comiencen con el sonido rrrrrr, o mmm, etc)
- jugar juegos de mímica y de envío de mensajes a través del dibujo simple pero igualmente expresivo, al estilo del clásico Pictionary
- practicar a expresar sentimientos sin palabras, sólo con gestos del rostro y/o de las manos; expresarse con el cuerpo, encogiéndolo, saltando, etc.
- jugar a “Es así”, describiendo cosas o personas: cada uno hace una representación de los otros participantes; (si papá es muy goloso, dibujar un chocolate y pegárselo en la panza; si el hermanito más pequeño es muy gritón, dibujar una corneta o un chifle y ponérselo como un bonete o como un babero, etc.)
- reproducir e interpretar onomatopeyas, voces de animales, sonidos naturales, urbanos, domésticos, etc.
- identificar íconos y mensajes gráficos (puertas de baños, carteles de tránsito, indicaciones en un centro de salud, etc.)
- crear símbolos con el cuerpo, con dibujos o con objetos; por ejemplo: para muy pequeños, un símbolo para expresar tengo sueño o estoy contento; para niños más grandes, un símbolo para expresar zona de juegos, prohibido enojarse, etc.
Un niño sano y feliz es el mejor indicio de adultos inteligentes, que agregan imaginación, creatividad, ingenio y humor, al inmenso amor que saben expresarle a su hijo.